Era callejero por derecho propio,
su filosofía de la libertad.
Fue ganar la suya sin atar a otros
y sobre los otros no pasar jamás.
Aunque fue de todos nunca tuvo un dueño,
que condicionara su razón de ser.
Libre como el viento era nuestro perro,
nuestro y de la calle que lo vio nacer.
Era un callejero con el sol a cuestas,
fiel a su destino y a su parecer.
Sin tener horario para hacer la siesta,
y rendirle cuantas al amanecer.
Era nuestro perro y era la ternura,
que nos hace falta cada día mas.
Era una metáfora de la aventura,
que en el diccionario no se puede hallar.